jueves, 14 de enero de 2010

El intolerante que todos llevamos dentro.

Varios de mis contactos han escrito notas en este u otros medios sobre el discurso añejo y retrógrado que hemos tenido que aguantar quienes comulgamos con las ideas de Sebastián Piñera, frente a su ya prácticamente inminente triunfo el domingo 17 de enero, por parte de quienes adhieren a la izquierda y a la Concertación.
Que se acabará la protección social, que los pobres serán más pobres y los ricos más ricos, que todo Chile se va a privatizar, que no habrá más respeto por los derechos humanos, que todas las buenas obras de la Concertación van a morir, que Chile será una más de las empresas de Piñera, que la UDI transformará a Chile en una suerte de república islámica (lo cual es imposible, ya que en Chile la religión oficial es la católica y la Iglesia se separó del Estado en la Constitución de 1925...) etc, etc, etc... desde temores analizables (¿cómo será el rol del estado en un gobierno de derecha?) hasta planteamientos que no merecen otro calificativo que el de ridículos (¡¡¡los militares saldrán nuevamente a las calles y volveremos a los tiempos de la dictadura!!!) Hemos escuchado y leído tantas cosas... que no nos alcanza el tiempo, ni tampoco el interés, para responder a todo.
Y es precisamente en este punto que me quiero detener: si bien hay un popular refrán que dice "a palabras necias, oídos sordos" en mi caso particular, si no respondo a muchos de los discursos anti-Piñera y anti-derecha que pululan por Facebook y Twitter, sólo limitándome a entregar mi opinión de manera independiente y espontánea, es porque lo hago en nombre de la tolerancia y del respeto a las opiniones de los demás....pero no puedo negar que muchas veces, frente a las afirmaciones de muchos de mis amigos concertacionistas que votarán por el candidato del 29%, me dan ganas de zamarrearlos y preguntarles... "¿Cómo diablos puedes pensar así...? ¡Por favor, despierta!" Pero me contengo... en base a lo que debe significar la democracia legítima, esto es, que todos puedan opinar como se les dé la gana... Y puedo apostar que a su vez, ellos quizás desearían hacer lo mismo conmigo cuando ven publicadas mis opiniones...
Todos tenemos una cuota de intolerancia, pero la gracia es saber neutralizarla y no dejar que nos traiga problemas y que nos amargue la vida. Después de todo... es la diversidad la regla general y no tiene ningún sentido luchar contra eso.

(Hoy, pasando por la esquina de Huérfanos con Ahumada, me tocó presenciar un festival de insultos y gritos por parte de partidarios de Frei contra un grupo de campaña de Piñera y no es la primera "funa" que hemos recibido a lo largo de la campaña... qué triste sería si esto se hiciera habitual luego del domingo y nos transformáramos en un país de intolerantes...)